18/10/08

...y el verano (amarillo)...4/5

De pequeño me explicaron lo que era una frontera con una raya de tiza. Entendí que las fronteras eran franjas de tierra amarilla, sin color de bandera, donde se levanta una pared construida a base de letras e imágenes de postales que los que cruzaron envían a los que aún no lo consiguieron. Letras e imágenes que imaginas, pero que jamás entiendes del todo hasta que no cruzas.
A veces da miedo enfrentarse y saltar contra ese muro y sentir como te envuelve toda esa literatura mientras tu das bocanadas de aire y realizas mil aspavientos para tratar de abrazar las frases mas lindas y caer al suelo en el país de tus sueños, dejando las citas mas turbias aún en la pared. Logrando así ser lo que siempre quisiste, al otro lado de la franja amarilla. Yo salté anoche…
Despierto. Una inmensa playa de arena también amarilla. El pelo desarbolado y una más que incipiente barba recogiendo arena, salitre y una leve sonrisa. Tan solo con los ojos abiertos y aún con la mejilla pegada al suelo alcanzo a divisar el húmedo frescor del aire donde comienza la orilla y comienzo a asimilar.
Pleno, sin prisa y albergado por lo poco que tengo me voy haciendo con el lugar. Trazando tímidos círculos de ida y vuelta alrededor del nido que me alumbro esta mañana comienzo de nuevo la vida. Superado el estupor de neonato, alcanzo la orilla. Un cambio de color, aunque el entumecimiento del sueño no me dejar meter mas allá de la espinilla. Pero poco a poco, habrá tiempo ¿Dije ya que sin prisa?
Me siento frente al mar y me acaricio la pantorrilla trazando remolinos de sal y vello. Dejo que me observe, que se meta dentro y relama cada hueco del alma que le traigo vencida. Esto es lo que soy y los que me ha pasado. “Vengo a ofrecértelo y algo me dice que tu ya lo sabias.”
Después del ofrecimiento mi mente vuelve a ser de tierra. La claridad se va tornando pesada luz y yo camino. Comienzo el día.

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