18/3/10

El hombre que perdió los verbos

Y el hombre que perdió los verbos comenzó a escribir porque achaba que las construcciones de sus frases já no ficaban con sentido. Y aunque mantenía la premisa de que las palabras no eran nunca nada, sentose en un resquicio soleado a hilvanar a sua conciencia depóis de un mes de enmarañarla y ficou sorprendido.

Oía los gemidos que venían del fondo de la cueva mientras estaba allí, tirado al Sol. Quizás era que le avisaban, quizás procuraban algum bem, pero no entendía del todo si pretendían que entrara o que no volviera a entrar.

Y ahí sólo tenía un trozo de papel con algo escrito, como un documento de identidad y a la vez una carta de recomendación, nunca acababa de comprender si era para el infierno o el paraiso.

Y jugaba vagamente, jugaba con ese trozo de papel en aquel resquicio. Con aquellas tres palabras que no sabían si eran de él, para él, pero obsesionado siempre con cumplir las promesas. Tentaba de facer uma composição, Perro no acababa de comprender si era qué era lo lindo. Tentaba con Paixão procurando no desmedirse, Perro el hombre que perdió los verbos ficaba en frustraçao, de no poder usar los matices de su mundo de Color y volvió a perdir miradas donde no llegaban las palabras.

Y allí ficou jugando con sus tres palabras cuando el Sol apenas daba. Pidiendo palabras a las miradas y miradas donde sólo pueden llegar palabras. Sin tener clara la respuesta, a la boca de la cueva, y sin poder escribir más nada.

Démosle un mes más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito! que variedad de acentos. Besos.