12/11/08

miércoles

Algo le pasa hoy a la calle.

No me había dado cuenta hasta ahora que he levantado la vista del libro y desde la terraza me ha devuelto la mirada.

Tan opaca...

Hoy no le ha querido coger los colores al amanecer, y ahí está, tediosa y huraña, las seis de la tarde y aún cómo si estuviera en zapatillas, hecha un ovillo enterrada en una vieja manta gris sucio y azul espeso.

Sé que ayer no estaba así.

Y sé que quizás, una vez más, tenga la culpa de su estado de ánimo.

Porque anoche me olvidé de cerrar la ventana y todos los sueños cenizos, en vez de quedarse como siempre enredados en mis rizos, se escaparon.

Salieron volando.

Esta noche intentaré tener más cuidado para que no la enreden en su revoloteo amargo; la calle, pobre, no sabe cómo tratarlos.