14/11/08

El descanso

Al final echaste a andar...

Sin darte cuenta de que con los pasos ibas borrando huellas de sueños
que unidos pedacito a pedacito
nos servían para sentarnos a descansar del mundo.

Siguiendo el camino dejaste de ser presente.
Ya ni siquiera eres recuerdo; quedas en imaginación, siempre solitaria,
y es incómoda, y aburrida,
porque no es más que una silla coja que sólo sabe hablar consigo misma.

Lo peor es que tendré que quedarme con ella, masticando sus soliloquios,
hasta que sepa que decirle a mis piernas para que despierten
y pueda yo también seguir caminando.

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